domingo, 30 de octubre de 2011

Una siesta con Odalisca.





Creo que eres capaz de intuir lo que pienso, por eso intentas contener una carcajada al saber que imagino tus labios con un retoque de colágeno, y tu nariz chata por aquellos milagros del bisturí.
Por un momento se apaga tu sonrisa. Ahora soy yo la que adivina lo que pasa por tu cabeza. Te molesta que te digan que tienes los ojos pequeños, la mirada fría y que estás gorda. No voy a negarte que en ocasiones yo opine lo mismo, pero al instante tu cara me devuelve una imagen dulce, inocente y joven.
A veces te veo indiferente, pero otras cercana; a veces pienso que escondes una mentira y otras que te empeñas en decir la verdad, pero hoy me he propuesto dejar de pensar cosas extrañas. ¡Despierta Odalisca!. Esperaré a que bosteces, y luego te preguntaré, ¿cómo eres?.